Hacía tiempo que se me había olvidado. No recordaba cómo se hacía un barquito de papel y le pedí ayuda a un niño. Con sus pequeñas manitas empezó a hacer, muy cuidadosamente, los pliegues mágicos que convirtieron lo que era una simple hoja de papel en un maravilloso barquito.
" ¡Listo!", me dijo el niño con una amplia sonrisa..., "¿Me contarás ahora un cuento?"
Tan poquita cosa me pedía el pequeño que había hecho posible mi reencuentro con esa edad perdida, y tan maravillosa, de la infancia.
Busco la isla de los sueños... "Ya no vive nadie allí", me dijo una ballena; "Está abandonada...", dijo la gaviota; "La han destruído..." me dijo, finalmente, un náufrago. Pero yo continué mi viaje dispuesta a llenar mi barquito de papel con todos aquellos que todavía creen y luchan por un sueño.
¿Cómo se hace un barquito de papel?
Si ya lo olvidaron, pregúntenle a los niños. Si no lo olvidaron, pídanle igualmente a ellos que les haga uno. Son los más fuertes, los mejores barquitos, los únicos que no se hunden.
Por ellos, para ellos... y para todo aquel que no ha dejado de ser niño.
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