Perderse en un laberinto...
Ese deseo de aventura que te impulsa a encontrar la salida te rejuvenece, vuelves a ser esa enana de ocho años, con zapatitos rojos y coletas. Cuando, tras largo tiempo, continuas en el laberinto encerrada y ya lo has escudriñado todo, hasta el pasadizo mas recóndito donde alguien perdió un pañuelo con iniciales bordadas y manchas de carmín, empiezas a sentir la necesidad de salir de ahí, ya incluso te olvidaste de esa inquietud inicial que te movia a experimentar, creciste en el laberinto, atrapada, pensando que era tu mundo y que jamás hallarías la salida. Y allí estaba... un pequeñito agujero inundado de luz, tu libertad y reconciliación con el mundo. Entonces... por qué optaste por quedarte dentro?